Pues la verdad es que no sabía si hoy iba a ser capaz de escribir, ya que ayer no lo hice, porque mi caos vital ha decidido volver por sus fueros y dejarme sin coche otra vez (y digo bien, otra vez, porque lo saqué del taller no hace ni quince días). La otra vez fue el embrague y ahora resulta que es el turbo (si compro lotería, seguro que no me toca, pero puestos a sortear dos de las averías más caras de un coche, me toca el pleno) así que, además de estar con coche prestado a ratos, estoy con la moral por los suelos...que vaya racha llevo!
En fin, después del desahogo, que me hacía falta, vamos de verdad a lo nuestro. La última vez que tocamos el tema de las nuevas tecnologías dejamos a nuesta Cenicienta enganchada al móvil discutiendo con Blancanieves y la Bella Durmiente lo que se iba a poner para el baile de Nochevieja...qué pérdida de tiempo! Si lo mismo se puede hacer con Tuenti o Facebook, y encima puedes hablar a la vez con el resto de las Princesas de cuento. Y es que a la telefonía móvil, epidemia de nuestros hijos que se extiende más que la Gripe A, se ha unido en los últimos tiempos esa auténtica plaga, por llamarlo de algún modo, que son las redes sociales.
La verdad es que en este tema no soy nada flexible. En mi casa están prohibidas y no se admite discusión al respecto. Y es que lo de dialogar con los niños está bien, en ciertas ocasiones, y lo de razonar también, sobre todo con el tipo de niño sensato y con cierto grado de madurez y personalidad. Pero llega un punto en el que, a mi modo de ver, no hay más remedio que plantarse y viene ese consabido "no porque no" o "porque lo digo yo" que de pequeñas nos ponía de los nervios y juramos no utilizar jamás con nuestros hijos...pero ay! cuando vas madurando y eres madre empiezas a comprender a la tuya, a identificarte con ella totalmente en muchas cosas. Y esa es una de ellas. Los niños tienen que tener una figura materna que les de cariño, todo el del mundo, pero en la que también reconozcan una autoridad, que además les da la seguridad que necesitan. A mi me van a perdonar las madres que están encantadas de ser "la mejor amiga de sus hijas", pero yo no lo soy, ni siquiera soy su amiga, ni buena ni mala. Soy su madre, y me tienen para lo que necesiten, incluyendo ponerlas firmes cuando les haga falta...lo que a estas edades ocurre con cierta frecuencia. En este sentido me encantó leer un artículo de Carmen Posadas, una escritora que me encanta, dicho sea de paso, en el semanal de ABC la semana pasada. Hacía referencia al consejo que le dió cierta persona cuando se convirtió en madre a la temprana edad de 21 años. Es justo lo que os decía. Cito textualmente: " Eres tan joven que la tentación será convertirte, más que en madre, en colega de tus hijas. No lo hagas, tus hijas te necesitan como referente, no como amiga, no estáis en el mismo plano". Yo no podría haberlo expresado mejor.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, yo la verdad es que alucino viendo a niños de 11 y 12 años que tienen cuentas en Tuenti e incluso en Facebook, y que se pasan las tardes muertas pegados al ordenador en su cuarto chateando vía Messenger con los amigos (los que no lo hacen desde su flamante móvil de última generación con tarifa plana de internet, que haberlos haylos, hasta con la Blackberry que tan loquita tiene a María de Compritas, yo conozco alguno que otro).
Lo primero que se me plantea, es lo poco saludable que es esta costumbre desde un punto de vista meramente físico. Los niños tienen que salir, hacer deporte, jugar con sus amigos en la calle o en el parque...o en casa, pero viéndose físicamente. Yo creo que el contacto humano es muy importante y el mal uso de las redes sociales sólo sirve para aislarte del resto del mundo. Sí, es cierto, conoces a mucha gente, haces muchos amigos, pero virtuales, desde la pantalla de tu ordenador. Si te limitas a eso, te quedas sin vida social. Y socializar es muy importante para un niño, sobre todo en la pre-adolescencia y la adolescencia. Yo puedo hablar por experiencia, en cierto modo, por tener una hija un tanto especial, muy inteligente, pero cuyas habilidades sociales han estado hasta hace muy poco por los suelos. No sabéis lo mal que lo ha pasado y lo mal que lo hemos pasado todos hasta que, poco a poco, ha empezado a salir adelante. No quiero imaginar lo que hubiera sido ésto si le hubiera permitido encerrarse en Tuenti o el Messenger. ¿Para qué iba a intentar hacer amigos reales si los hubiera tenido a pares en Internet? Desde luego, yo no sé vosotras, pero no es eso lo que quiero para mis hijos.
Aparte, por supuesto, de los riesgos que el uso incontrolado y, en cierto modo, ingenuo, de las redes sociales que hacen los niños. Todavía están en edad de pensar que todo el mundo es bueno, y que la gente es realmente quien o lo que dice ser. Nada más lejos de la realidad, sobre todo en Internet. Muchas de vosotras, y todas somos adultas, habréis tenido alguna sorpresa desagradable por vía virtual. Y tomamos precauciones y tenemos cuidado. Pero quién le mete en la cabeza a una niña de once o doce años que a lo mejor ese niño de su edad tan simpático que ha conocido en la red ni es niño, ni tiene su edad y, lo más importante, ni siquiera es simpático sino un pervertido o un chiflado. No, qué va! Eres una exagerada, ellas saben perfectamente con quién se escriben, si dice que es amigo de fulanito o menganita... Confían plenamente en la seguridad de una red que, fijaros si es segura, que les permite abrir una cuenta mintiendo descaradamente sobre su edad, porque no pueden hacerlo diciendo la verdad. Si empezamos por ahí... mal vamos.
¿Y a quién le gustaría ver fotos de sus hijas colgadas en cualquier página de internet? A mi no, desde luego ¿Pero cómo hacerles entender que desde el momento en que cuelgan una foto o cualquier otra cosa en Facebook ya no lo controlan, porque ya no es suyo sino de Facebook, que lo puede utilizar como mejor le parezca? Recordad ese anuncio de televisión de la adolescente a la que mira todo el mundo y todos parecen conocer...por una foto suya que colgó en una red social. Real como la vida misma. Y se cuelgan peleas, se graba a las amigas con el móvil en bikini y se sube a Youtube, filmamos cómo destrozamos un coche...lo que se nos ocurra, porque encima muchos de estos cafres que se creen tan inteligentes no se dan cuenta de lo fácil que es para quien tiene medios seguirles la pista. Si es que al final, no dejan de ser niños!
Pues qué queréis, las explicaciones llegan a un punto en el que, si no se atienden, tienen que parar y sustituirse por el No, puro y duro. Yo prefiero que mis hijas me tachen de sargento que tener un disgusto por ser demasiado permisiva ¿y vosotras?
En fin, después del desahogo, que me hacía falta, vamos de verdad a lo nuestro. La última vez que tocamos el tema de las nuevas tecnologías dejamos a nuesta Cenicienta enganchada al móvil discutiendo con Blancanieves y la Bella Durmiente lo que se iba a poner para el baile de Nochevieja...qué pérdida de tiempo! Si lo mismo se puede hacer con Tuenti o Facebook, y encima puedes hablar a la vez con el resto de las Princesas de cuento. Y es que a la telefonía móvil, epidemia de nuestros hijos que se extiende más que la Gripe A, se ha unido en los últimos tiempos esa auténtica plaga, por llamarlo de algún modo, que son las redes sociales.
La verdad es que en este tema no soy nada flexible. En mi casa están prohibidas y no se admite discusión al respecto. Y es que lo de dialogar con los niños está bien, en ciertas ocasiones, y lo de razonar también, sobre todo con el tipo de niño sensato y con cierto grado de madurez y personalidad. Pero llega un punto en el que, a mi modo de ver, no hay más remedio que plantarse y viene ese consabido "no porque no" o "porque lo digo yo" que de pequeñas nos ponía de los nervios y juramos no utilizar jamás con nuestros hijos...pero ay! cuando vas madurando y eres madre empiezas a comprender a la tuya, a identificarte con ella totalmente en muchas cosas. Y esa es una de ellas. Los niños tienen que tener una figura materna que les de cariño, todo el del mundo, pero en la que también reconozcan una autoridad, que además les da la seguridad que necesitan. A mi me van a perdonar las madres que están encantadas de ser "la mejor amiga de sus hijas", pero yo no lo soy, ni siquiera soy su amiga, ni buena ni mala. Soy su madre, y me tienen para lo que necesiten, incluyendo ponerlas firmes cuando les haga falta...lo que a estas edades ocurre con cierta frecuencia. En este sentido me encantó leer un artículo de Carmen Posadas, una escritora que me encanta, dicho sea de paso, en el semanal de ABC la semana pasada. Hacía referencia al consejo que le dió cierta persona cuando se convirtió en madre a la temprana edad de 21 años. Es justo lo que os decía. Cito textualmente: " Eres tan joven que la tentación será convertirte, más que en madre, en colega de tus hijas. No lo hagas, tus hijas te necesitan como referente, no como amiga, no estáis en el mismo plano". Yo no podría haberlo expresado mejor.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, yo la verdad es que alucino viendo a niños de 11 y 12 años que tienen cuentas en Tuenti e incluso en Facebook, y que se pasan las tardes muertas pegados al ordenador en su cuarto chateando vía Messenger con los amigos (los que no lo hacen desde su flamante móvil de última generación con tarifa plana de internet, que haberlos haylos, hasta con la Blackberry que tan loquita tiene a María de Compritas, yo conozco alguno que otro).
Lo primero que se me plantea, es lo poco saludable que es esta costumbre desde un punto de vista meramente físico. Los niños tienen que salir, hacer deporte, jugar con sus amigos en la calle o en el parque...o en casa, pero viéndose físicamente. Yo creo que el contacto humano es muy importante y el mal uso de las redes sociales sólo sirve para aislarte del resto del mundo. Sí, es cierto, conoces a mucha gente, haces muchos amigos, pero virtuales, desde la pantalla de tu ordenador. Si te limitas a eso, te quedas sin vida social. Y socializar es muy importante para un niño, sobre todo en la pre-adolescencia y la adolescencia. Yo puedo hablar por experiencia, en cierto modo, por tener una hija un tanto especial, muy inteligente, pero cuyas habilidades sociales han estado hasta hace muy poco por los suelos. No sabéis lo mal que lo ha pasado y lo mal que lo hemos pasado todos hasta que, poco a poco, ha empezado a salir adelante. No quiero imaginar lo que hubiera sido ésto si le hubiera permitido encerrarse en Tuenti o el Messenger. ¿Para qué iba a intentar hacer amigos reales si los hubiera tenido a pares en Internet? Desde luego, yo no sé vosotras, pero no es eso lo que quiero para mis hijos.
Aparte, por supuesto, de los riesgos que el uso incontrolado y, en cierto modo, ingenuo, de las redes sociales que hacen los niños. Todavía están en edad de pensar que todo el mundo es bueno, y que la gente es realmente quien o lo que dice ser. Nada más lejos de la realidad, sobre todo en Internet. Muchas de vosotras, y todas somos adultas, habréis tenido alguna sorpresa desagradable por vía virtual. Y tomamos precauciones y tenemos cuidado. Pero quién le mete en la cabeza a una niña de once o doce años que a lo mejor ese niño de su edad tan simpático que ha conocido en la red ni es niño, ni tiene su edad y, lo más importante, ni siquiera es simpático sino un pervertido o un chiflado. No, qué va! Eres una exagerada, ellas saben perfectamente con quién se escriben, si dice que es amigo de fulanito o menganita... Confían plenamente en la seguridad de una red que, fijaros si es segura, que les permite abrir una cuenta mintiendo descaradamente sobre su edad, porque no pueden hacerlo diciendo la verdad. Si empezamos por ahí... mal vamos.
¿Y a quién le gustaría ver fotos de sus hijas colgadas en cualquier página de internet? A mi no, desde luego ¿Pero cómo hacerles entender que desde el momento en que cuelgan una foto o cualquier otra cosa en Facebook ya no lo controlan, porque ya no es suyo sino de Facebook, que lo puede utilizar como mejor le parezca? Recordad ese anuncio de televisión de la adolescente a la que mira todo el mundo y todos parecen conocer...por una foto suya que colgó en una red social. Real como la vida misma. Y se cuelgan peleas, se graba a las amigas con el móvil en bikini y se sube a Youtube, filmamos cómo destrozamos un coche...lo que se nos ocurra, porque encima muchos de estos cafres que se creen tan inteligentes no se dan cuenta de lo fácil que es para quien tiene medios seguirles la pista. Si es que al final, no dejan de ser niños!
Pues qué queréis, las explicaciones llegan a un punto en el que, si no se atienden, tienen que parar y sustituirse por el No, puro y duro. Yo prefiero que mis hijas me tachen de sargento que tener un disgusto por ser demasiado permisiva ¿y vosotras?
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo Fátima yo creo que en cualquier casolas madres tienen que ser madres y educar lo mejor posible.
Prefiero una pataleta de mi hija por no poder usar internet que pensar en la posibilidad de que alguien pueda jugar con ella.Por no hablar de esa generacion enganchada a todas las nuevas tecnologias que han dejado de jugar en parques y de pasear en la calle,me da muchisima pena y yo en lo que pueda lo voy a intentar evitar.
A veces pienso que dejamos hacer a los niños cualquier cosa para que no molesten pero esto no.
En cuanto al coche yo creo que es algo matematico salir del taller y averiar.Yo este verano entraba y salia del taller como si fuera mi casa.
Un besote enorme
A ver Fátima, estoy de acuerdo contigo, otra vez. El otro día, "razonando" con mi hija, le expliqué que cuando yo era pequeña (si, ya lo sé, prometí no decirlo nunca), mi madre no me razonaba todo. La mayoría de las cosas te decían que las hicieras, y tú te limitabas a hacerlo, sin rechistar. Y con las redes sociales pasa eso. Tengo una amiga con dos hijas, y curiosamente, la menor, es la mayor en Facebook. Pero lo más gracioso, es que su madre lo sabe, las tiene agregadas como amigas, y ella tiene su perfil "cerrado", y su hija "mayor", de once años, lo tiene abierto!. Todo el mundo puede ver lo que hace, piensa, sus fotos... Y luego nos asombramos de lo que pasa. Mi hija está frita por tener Messenger (sus amigas lo tienen todas), y teniendo en cuenta lo bien que te entiendo, en cuanto a habilidades sociales se refiere, no sabes la incertidumbre personal al respecto. Por una parte, le vendría bien para estar en contacto con ellas; y por otra me da pánico, he llegado a ver muchas cosas que en las manos indebidas... Así que sigue sin él, y espero que seamos capaces de aguantar mucho tiempo. Aunque el problema, igual que con otras muchas cosas, viene agravado por la sociedad actual.
Me ha encantado la entrada, enhorabuena. Besos,
Sara
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